A pesar de que no sean objeto de atención mayoritaria, está claro que los briófitos son capaces de despertar la emoción de quienes reparan en ellos. Aquí os dejamos un texto del escritor Julià Guillamon, publicado en el periódico La Vanguardia, en el que menciona con admiración a nuestras compañeras, autoras de la Flora dels briòfits dels Països Catalans.
Nuestra enhorabuena a Montserrat Brugués y Rosa María Cros y un renovado tributo a la Dra. Casas, no sólo como coautora de esta y otras muchas magníficas obras sino porque es a quien debemos buena parte de lo que somos ahora como sociedad científica.
10 de marzo de 2016
En la entrada de la Biblioteca de Catalunya encuentro a una escritora amiga que no veía desde hacía tiempo y le pregunto por la novela que publicó hace dos años. Me explica que el mundo ha cambiado mucho y que ahora hace de todo: escribe y cuando el libro está en las librerías se pasa el día haciendo promoción a través de Twitter y Facebook, lo presenta por toda Catalunya e incluso estuvo a punto de darse un premio. "¿Cómo fue eso?", le pregunto. "Un día me llamó el editor para decirme que la librería Atzucac había organizado un premio popular. Los lectores votan y escogen el libro que más les gusta. Pero la gente, en general, no vota, y hay que animar a amigos y conocidos para que te voten a ti. Si tienes muchos amigos y los sabes movilizar, te lo llevas". "¿Y cuál es la gracia de un premio popular sin votos populares?", le pregunto a mi amiga. "Es lo que le dije a mi editor".
Paso al interior, conecto el ordenador y en la bandeja de entrada encuentro un correo que explica que se ha publicado una obra póstuma del autor Tal, fallecido hace diez años, y que estaría bien que como un reconocimiento merecidísimo, todos sus amigos votásemos en el premio popular que organizan en Torrent del Priorat. "Ostras: es el mismo caso que me ha explicado mi amiga. "Estoy dudando entre votar y no votar cuando entra un nuevo correo. Los premios La Santa Cova a obra publicada cumplen cincuenta años, y quieren editar un folleto con opiniones de gente que estuvo en el jurado. Respondo al instante: "¿Yo he sido jurado de La Santa Cova?". "Sí, entre 1992 y 1994".En 1995, después de un escándalo en otro premio, decidí que no sería jurado nunca más. Cada vez que llegaba la caja con los originales era un sufrimiento. Hacer bien el trabajo representaba muchísimas horas y siempre te quedaba una sombra de inquietud. Era la época en que, para evitar que los premios quedasen desiertos, los editores invitaban a autores de la casa a presentarse. Los originales invitados se veían a las leguas y a veces acarreaban problemas. Borré los premios de mi cabeza hasta el punto de que no recordaba haber sido jurado de La Santa Cova.
En cambio, recuerdo muy bien un año que recibí uno de esos premios a obra publicada. Se celebró una cena en Pedralbes, con todos los ganadores. Y recuerdo que hablé con una de las autoras de. Flora dels briòfits dels Països Catalans Les molses. (no sé si era Creu Casas, Montserrat Brugués o Rosa M. Cros). "Así que ustedes se preocupan por los musgos...", dije emocionado. En los años setenta Italo Calvino asistió a una exposición de un tipo que había reunido, en botellitas, arenas de todo el mundo. La colección de arena le parecía la cosa más sencilla y más extraordinaria. Imaginé a Casas, Brugués y Cros recopilando y clasificando amorosamente los musgos, controlando como cambian de color y se esponjan sobre los troncos de las encinas después de la lluvia, como un terciopelo esmeralda. "Oh, oh, oh, oh", que diría Puyal. Eso sí que fue un premio, menudo acierto.
Julià Guillamon
La Vanguardia, 2 de febrero de 2016